Romper vasos
e introducir
sus cortantes añicos
en el corazón.
Que cada latido
bombee cristal
y las arterias y venas
se conviertan en cruces
de carreteras accidentadas.
Que la lengua
sea más roja aún
y de las orejas
salga un reguero
de vida ida.
Que ese agujero negro
que hay en el centro
se haga pozo con fondo
y se pueda dar pie
una vez dentro.
Que se rompan las uñas
creando un agarre preciso
con el que escalar
los fríos muros;
no importan
las más que seguras
laceraciones.
Cuando se quiere salir a flote
no importa que estés perdido
en un cinturón de asteroides.
Todo lo que debes hacer es,
si es necesario,
dar tu puta vida.